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Pronóstico del tiempo de fin de semana para Monterrey - 22 de noviembre de 2024
-Abimael Salas
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MÉXICO. - Entre las ciudades que reciben cada vez más personas que escapan de la pobreza y violencia de su país se encuentra Monterrey, o también por la falta de oportunidades en las naciones donde habían emigrado años atrás. Joseph es uno de los haitianos que tenía el sueño de poder llegar a los Estados Unidos, pero entendió que por ahora es casi imposible ante las adversidades. Ahora intenta hacer una vida en México, pero entre tramites de papelería, falta de oportunidad para trabajar y maltratos, la moral decae. El pasado viernes se retiraron campamentos de migrantes en ambos lados de la frontera entre México y Estados Unidos, a pesar de ello, aún está lejos de ser el final de la crisis que desató el arribo de miles de haitianos desde agosto. "Los haitianos tenemos el sueño de llegar a Estados Unidos porque allá hay mejor vida para nuestras familias, pero Migración no deja pasar a nadie, por eso estamos aquí", dijo a AFP Joseph Yorel, de 34 años, en un albergue de Monterrey que en la última semana se desbordó. Con su esposa de 29 años y un hijo de siete meses, Joseph debe pensar bien cada paso que da. De momento ha decidido seguir adelante con su solicitud de refugio y permanecer en México, sin una perspectiva de futuro clara. "No sé otros, pero si yo encuentro un trabajo para vivir en México, para mantener a mi familia, tengo que quedarme. Si lo encuentro, no tengo problema para seguir aquí", señala el hombre junto a cientos de connacionales que se amontonan bajo carpas con sus escasas pertenencias. Joseph y su familia llegaron a México desde Chile tras cruzar una decena de países, incluidos Colombia y Panamá, en cuya frontera, inhóspita y peligrosa, permanecen unos 19 mil haitianos intentando seguir el viaje a pie. Varios miles también se encuentran en Tapachula, Chiapas. Joseph refiere que "hay mucha gente que dice que si encuentra trabajo se quedará en Nuevo León, cuya capital, Monterrey, es una de las más industrializadas de México. "Mi primo (salió del albergue) todo el día para encontrar dónde trabajar. Al fondo hay una empresa, pedí trabajo, pero me dicen que no hay", agrega, señalando un edificio. Con la ayuda de abogados voluntarios, los migrantes gestionan sus solicitudes de refugio en este lugar de acogida. Ante la gran demanda, el trámite puede demorar meses. "Tienen una semana que empezaron a llegar a este albergue. El martes pasado eran de 800 a mil 200; hoy la cifra es de mil 600 a mil 720 haitianos atendidos al día, más 300 centroamericanos", comentó a la AFP José Salinas, vocero de Casa Indi. Salinas espera que lleguen migrantes de Ciudad Acuña y Del Río, donde estaban los campamentos retirados voluntariamente el viernes. Pese al hacinamiento, no se han reportado contagios masivos de covid-19. "Puedo decir que me quiero quedar acá, pero tal vez termine en Estados Unidos. El que sabe es Dios", afirma Vladimir, haitiano de 29 años, quien omite su apellido y viaja con su esposa y una hija de tres años. Los haitianos temen correr la suerte de otros connacionales deportados a Haití, sumido en la pobreza y el caos político. Algunos migrantes subsisten con las remesas que les envían familiares desde Estados Unidos, pero ese dinero es insuficiente y deben recurrir a la caridad. "Los policías de aquí son muy malos" Con temperaturas que llegan a 32 grados centígrados, pasan el tiempo hundidos en la incertidumbre, algunos apenas con una cobija para amortiguar la dureza del suelo. Para refrescarse, beben agua de recipientes que dispuso el albergue y se organizan en fila para recibir la comida. Ajenos a esta realidad, los niños pasan el tiempo jugando fútbol o saltando cuerda. Se sienten vulnerables. Denuncian haber sido víctimas de la delincuencia y de abusos de autoridad, por lo que evitan salir de noche del refugio. A un migrante que declinó dar su nombre, asaltantes le robaron 200 dólares que le había girado un pariente; a otros los han despojado de celulares. "No podemos salir a cenar, los policías de aquí son muy malos. Con los mexicanos no sé, pero con nosotros los extranjeros la policía muy mal", comentó Joseph. Entre finales de agosto y comienzos de septiembre, autoridades mexicanas disolvieron por la fuerza caravanas de migrantes que pretendían avanzar desde Tapachula hacia la frontera con Estados Unidos, lo que fue condenado el lunes por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). "Tenemos miedo por la policía", afirmó el haitiano que pidió el anonimato.
elmm
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